PRIVADOS DE LA CULTURA
Por Andrés Cárdenas
Las críticas de teatristas, actores, productores y gestores culturales sobre el manejo escénico y financiero del reciente Festival Internacional de Buenos Aires (FIBA) volvieron a traer a primer plano la debacle de la gestión porteña en el área durante el macrismo. Destacan fuerte reducción presupuestaria, tendencia a la privatización de espacios públicos y escasa iniciativa para reactivar teatros independientes, espacios y organizaciones culturales, devastados por la pandemia.
Las industrias culturales en CABA generaban para el año 2018 el 11% del PBI del distrito más rico del país, según cifras oficiales, pese a que entre 2016 y 2019, cuatro años en los que el signo político de la gestión gubernamental porteña coincidió con el gobierno nacional de Mauricio Macri, se perdieron casi el 24% de los puestos laborales del sector.
Fue un lapso marcado por un predominante recorte presupuestario, que en CABA prosigue, en el marco de la crisis socioeconómica y los tarifazos, con los que la pésima gestión del macrismo castigó al pueblo argentino. Luego, en 2020, tras un atisbo de repunte debido al cambio de gobierno nacional, se vio nuevamente agravada la situación de incertidumbre por la irrupción de la pandemia mundial de coronavirus.
A pesar de estar golpeada, la industria cultural en CABA mantuvo números relevantes debido a su peso específico propio, por ejemplo, solo en 2018: más de 10 millones de espectadores de cine, aproximadamente 20 millones de ejemplares de libros impresos, 800 mil espectadores en shows de música, 184 fechas de shows internacionales y más de 3 millones de entradas al teatro.
La falta de eventos y las restricciones sanitarias para la presencialidad en salas, teatros y centros culturales con la pandemia obligaron al cierre, arrinconando a los trabajadores culturales, quiénes pudieron recurrir para paliar la crisis a ayudas del sector público con planes coordinados por el ministerio de Cultura de la Nación tales como el Fondo Desarrollar, Programas Punto de Cultura, subsidios y programas de becas del INAMU, INCAA, Instituto Nacional de las Artes y Fondo Nacional de las Artes, así como medidas específicas de alivio por parte de ANSES y AFIP, durante los peores momentos en 2020.
En el ámbito porteño se negociaron alivios y líneas de ayuda con el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires a través del ministerio de Cultura porteño y el Fondo Metropolitano de Cultura, lo que no resultó suficiente para impedir que muchos espacios culturales bajaran sus persianas.
La falta de actividad determinó que no se produjeran ingresos ni para salas, ni para técnicos, gestores, colaboradores, personal de limpieza y todos los rubros imaginables ligados a la programación cultural, al igual que se cortó el dictado normal de clases, una actividad fundamental, que se vio muy limitada al ámbito virtual, al Zoom y otras plataformas, un entorno en el que no todos y todas, docentes y alumnos, supieron adaptarse bien o se sintieron a gusto.
Diversos colectivos, tales como la Asociación Argentina de Teatros Independientes (Artei), Espacios Escénicos Autónomos (Escena), el Movimiento de Espacios Culturales y Artísticos (MECA), la Cámara de Clubes de Música en vivo (Clumvi) y el colectivo de Profesores Independientes de Teatro (PIT-CABA), nacido en plena pandemia en abril de 2020, entre otras asociaciones, buscaron respuestas y generaron estrategias de modo permanente frente a las dificultades crecientes para el pago de alquileres y servicios por la paralización y poder generar progresivamente funciones con estrictos protocolos hasta la actualidad.
“En CABA el teatro independiente cuenta con el apoyo de Proteatro, pero el presupuesto del organismo no solo es bajísimo, sino que no alcanza, a lo que se sumó la crisis por la pandemia que derivó en el cierre definitivo de varios espacios y salas. Cada año se precisan partidas extraordinarias que se deben pelear a través de Proteatro y no siempre se consiguen. Recién en noviembre de 2020 se aprobaron los protocolos de funciones presenciales, que muy pocas salas de nuestro circuito pueden cumplir, a menos que realicen adecuaciones e inversiones, que van desde la adaptación de los propios auditorios hasta la ventilación y demandan inversiones de dinero luego de meses sin ingresos. Con esta perspectiva se cerraron y se van a seguir cerrando espacios”, contó Liliana Weimer, presidenta de Artei e integrante de la Comisión Directiva de Proteatro.
Proteatro, se define en la estructura de la cultura poteña como “un programa que fomenta, propicia y protege el desarrollo de la actividad teatral no oficial de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires a través de distintas líneas de subsidio” .
A lo largo de 2020 Weimer señala que “hubo un claro desequilibrio del volumen de ayudas para salas, elencos y cooperativas teatrales que provinieron de Nación en su mayoría y solamente en una oportunidad del ministerio de Cultura porteño. En una reunión el ministro de Cultura porteño Enrique Avogadro nos dijo que los rescates financieros del sector cultural en todo el mundo se manejan con fondos nacionales y que la falta de recursos del distrito obedecía al recorte de puntos de coparticipación que le hizo el gobierno nacional a CABA. Ambas argumentaciones nos parecieron no muy bien fundadas y en el caso de la reducción presupuestaria en Cultura viene de mucho antes del recorte de ingresos que alegó el ministro”.
“Proteatro está en etapa de evaluación de distintas posibilidades. En el circuito teatral independiente se esperan más ayudas del Programa de Adecuación Sanitaria, a través del Instituto Nacional del Teatro para adaptar espacios a los protocolos vigentes. Otra línea nacional importante es Reactivar Escena, que brinda subsidios directos desde Cultura de Nación para comprar las butacas que no pueden venderse en las funciones a causa de las restricciones del aforo. La realidad del circuito teatral en general y, claro, del independiente es que se paró mucho la producción con la pandemia y no es fácil volver a hacer girar la rueda. La impronta desde Nación es brindar ayudas a cambio de mover la escena otra vez, en la medida que el avance de los contagios nos lo permita. Por supuesto estas líneas deben cubrir a todo el país y en CABA resultan sólo un paliativo y no una solución de fondo, ya que en nuestro circuito, en especial las salas que alquilan espacios, siguen acumulando gastos fijos, varias fundieron, y otras negocian prórrogas con los propietarios con un panorama bastante incierto”, concluyó Weimer.
Gabriel Gavila, actor, docente teatral y referente del PIT-CABA consideró: “La ayuda desde Nación facilitó algo la coyuntura en pandemia para los profesores de teatro y los trabajadores culturales en el país, en particular con la plataforma Somos Cultura en estos tiempos con una línea nueva en dos cuotas sin fomentar una competencia por contraprestaciones y de manera empática y pareja. Gracias a la acción del PIT, entre otros colectivos, también logramos luego de muchos reclamos una línea de subsidios para proyectos especiales por parte de Ciudad, y Nación aportó algo similar en entornos virtuales. Obviamente nada reemplaza la situación previa a la pandemia, que no estaba exenta de los problemas de precarización y lucha por derechos básicos propios de nuestro sector. En relación a la docencia independiente, todo sigue complicado. Aunque siempre lo mejor es poder dar clases, pese a los protocolos persisten miedos de retornar a la actividad, que se ve acotada por las estrictas condiciones exigidas para los espacios habilitados y el contacto. Desde el colectivo Trama Escénica alertamos sobre esto y tememos, como todos, la llegada de una segunda ola del Covid-19, que haga retroceder lo que pudimos avanzar”, alertó
El Ministerio de Cultura en CABA viene movido, pues desde fines de 2015 se sucedieron tres ministros: Darío Lopérfido (diciembre de 2015 a julio de 2016), Ángel Mahler (entre julio de 2016 y diciembre de 2017) y el vigente Avogadro (desde diciembre de 2017), todos igualmente cuestionados por su tendencia a la privatización elitista de la Cultura porteña.
De Lopérfido sólo se recuerdan, tristemente, además de su negacionismo sobre los desaparecidos de la dictadura militar, sus glamorosas peleas en los medios; de Mahler, el desconocimiento absoluto de sus funciones y posiblemente Avogadro, sea el que salga algo más airoso (a la hora de las comparaciones con sus antecesores), dentro del marcado sesgo privatizador y de una cultura para pocos del macrismo.
Como ejemplo, durante las gestiones en CABA de Macri y Horacio Rodríguez Larreta el Teatro Colón, máximo espacio lírico del país, fue arrendado para conciertos propios del circuito comercial, aptos para presentarse totalmente por fuera de los equipamientos públicos y alcanzó su esplendor de utilización discrecional cuando el citado Lopérfido dirigía la sala y la alquilaba como salón de fiestas para casamientos “top” y eventos de la “alta sociedad”.
A su vez, la zona del microcentro solía (y suele) permanecer vedada, con control policial y de Espacio Público, para montar espectáculos públicos y performances de artistas callejeros, quienes muchas veces terminaron maltratados, golpeados y/o detenidos al intentar ganarse el sustento en las manzanas de mayor afluencia turística del país.
ESCÁNDALO EN EL FIBA 2021, EL SI PASA, PASA Y LA PRECARIZACIÓN
Artistas, colaboradores, técnicos y responsables de los espacios de teatro independiente históricamente sustentaron y nutrieron de contenido la actividad cultural estatal y aguardaban un respiro tras lo peor de la pandemia en 2020. Sin embargo, denunciaron que las ayudas del GCBA resultan insuficientes y la organización del tan esperado Festival Internacional de Buenos Aires 2021, llevado a cabo entre el 26 de febrero y el 7 de marzo, volvió a colmar el vaso del descontento respecto de la gestión de Avogadro.
La de este año fue la decimocuarta edición del FIBA y contó con la dirección artística de Federico Irázabal, y 250 propuestas gratuitas, más de 1.400 artistas, en más de 30 sedes con protocolos sanitarios y limitaciones sanitarias para la concurrencia.
El ministro Avogadro destacó ante los medios que la previsión fue invertir 30 millones de pesos, la mitad que el año pasado, y resaltó el papel de la plataforma Vivamos Cultura.
El FIBA es el principal evento de teatro internacional de Argentina insertado en el circuito regional de festivales teatrales. Para evaluar el impacto de la reducción de fondos se puede señalar que en 2017 contaba con un presupuesto de 40 millones de pesos (con un dólar a $17,50) o en 2018, tuvo 60 millones de pesos (con un dólar a $36,50), hasta llegar a los actuales $30 millones con el dólar rondando los $150. El recorte no solamente resultó monetario sino que se redujeron a menos de la cuarta parte las propuestas internacionales y la cantidad de días de duración, que fueron 17 en 2017 para pasar a diez durante la edición de este año.
Pero qué es lo principal que Avogadro no dijo: el Gobierno de la Ciudad intentó sostener el festival del que se ufana con dinero ajeno, pues las condiciones y plazos de la convocatoria establecieron que las compañías debían garantizar estrenos y reposiciones en tiempo y forma a cambio de pagos con una demora de 90 a 120 días.
“Lxs artistas estamos financiando el FIBA 2021”, rezaban con indignación los afiches de los colectivos artísticos participantes en redes.
“Es importante comunicar y hacer público que lxs artistas estamos financiando el Festival Internacional de Artes Escénicas más importante de la Ciudad de nuestro propio bolsillo, pagando escenografías, vestuarios, salas de ensayo, adelantando en los hechos el dinero de la producción y sin contemplar el costo inflacionario a tres meses como se pretende”, agregaron colectivos y decenas de artistas en un comunicado.
La fuerte protesta de los damnificados con sus repercusiones en todo el ecosistema cultural rindió frutos, en otro claro ejemplo de la conocida táctica macrista del “si pasa, pasa”, que todo indica no pasó en esta ocasión. Varias compañías, aunque aún no todas, comenzaron a recibir pagos luego de diez días de finalizado el evento.
La actriz, directora de teatro y socióloga Cecilia Blanco, que repuso su obra “Hacer, hacer” en el FIBA, contó la experiencia: “La realidad es que los que presentamos obras a estrenar o reposiciones para el FIBA tuvimos conocimiento de estos plazos en las bases y condiciones, pero la necesidad de volver a trabajar resultó más fuerte y además ni siquiera sabíamos quiénes íbamos a quedar seleccionados en principio. Luego se volvió bastante pesado el tema de sostener los costos una vez insertados en el Festival y comenzamos a juntarnos, analizar y debatir que en un momento en que el discurso oficial habló de estímulo y acompañamiento al sector, las condiciones impuestas no sólo implicaban un desfasaje de montos que no alcanzaban para nada, sino que también resultaban discriminatorias para las compañías que no podían afrontar los niveles de gastos. Se trataba de una situación de abuso por parte del Estado al no contener en los hechos a los artistas. De ahí surgieron los documentos y las denuncias que al final surtieron efecto. Como enseñanza nos llevamos la necesidad de estar alertas, de ser activos y no reactivos, esto implica organizarnos antes de que muevan las fichas y se generen precedentes perjudiciales para nuestro tan precarizado sector. No debemos permitir modalidades de funcionamiento que luego nos pasen por encima, por eso queremos buscar en adelante una apertura de diálogo permanente sobre las políticas públicas en Cultura en CABA”.
DE CONFLICTO EN CONFLICTO
En efecto, el jaqueado Avogadro no termina de desactivar un conflicto y ya le explota el siguiente, no por casualidad sino como consecuencia directa de sus políticas. El nuevo frente se abrió el 25 de marzo con un documento público firmado por los principales colectivos ligados a las artes escénicas en la Ciudad y sigue “in crescendo” al cierre del presente informe.
Para el próximo 1ro. de abril se convocó una Asamblea Permanente de las Artes Escénicas, frente al Teatro General San Martín, convocada en un comunicado que transcribimos en parte: “Los teatros públicos de la Ciudad de Buenos Aires, cuya tarea debería ser la promoción, acogida y cuidado de las obras y trabajadores que las realizan, muy por el contrario, profundizaron aún más la precarización laboral existente. Los problemas son múltiples: contratos basura, uso discrecional de salas públicas, financiamiento de espectáculos en teatros y festivales con el dinero de las compañías y la inexplicable y supuesta falta de presupuesto sumada a la impericia de sus directores en gestionarlo. Los funcionarios a cargo y el actual director del Complejo Teatral (Jorge Telerman, ndr.) no sólo no pudieron ni pueden dar una respuesta satisfactoria a la altura de las circunstancias y los reclamos de quienes ya tenían compromisos asumidos con ellos, sino que en muchos casos aprovecharon esta coyuntura para ofrecer aún peores condiciones de contratación”.
La confrontación estalló tras una nota concedida por Telerman al periodista Alejandro Cruz del diario La Nación en la que el director del Complejo Teatral Buenos Aires (CTBA, que comprende a los teatros San Martín, Presidente Alvear, Regio, De la Ribera y Sarmiento) detalló el proyecto de programación del Complejo con obras ya estrenadas del circuito independiente bajo la forma de cooperativa como modalidad de producción.
En una extensa carta abierta, los principales exponentes de las artes escénicas porteños y porteñas denuncian, entre otros puntos: “Que el CTBA, organismo dependiente del Gobierno de la Ciudad, incorpore para su programación obras producidas en el circuito independiente, profundiza la precarización laboral que ya atraviesa el sector. De este modo, el CTBA deja de invertir en la producción de obras, no paga honorarios a lxs integrantes de los equipos creativos, no paga sueldos de actores, actrices, intérpretes, directores, directores durante los ensayos y funciones”.
Competencia desleal propiciada desde el propio Estado que debe bregar por el bienestar de los trabajadores, profundización de la precarización laboral existente, aprovechamiento de la situación de debilidad ocupacional y tercerización son apenas algunos de las consecuencias que se desprenden de inmediato en el caso de efectivizarse el proyecto para el CTBA. Pero lo reiteramos: no se trata de un hecho aislado sino de la concepción política y filosófica del macrismo ejecutada en la gestión.
Las interrelaciones del campo cultural en equilibrio son referidas en las planillas del Presupuesto 2021 del Ministerio de Cultura porteño en una autopromocionada “alianza con el teatro independiente”.
“Pero, esta alianza, traducida en la incorporación de las cooperativas de teatro independiente, significa trasladarles el costo del espectáculo, eludiendo el Estado afrontar la inversión económica de los mismos”, contesta la carta abierta de los referentes culturales porteñxs.
La polémica crece con fuerza y la teatrista Blanco la resume desde la perspectiva de los trabajadores: “Si los pocos teatros del equipamiento estatal de CABA que nos permiten a los trabajadores del sector cultural ganar un sueldo fijo, en condiciones estables, dejan de producir se corta una de las pocas fuentes de ingresos y de producción permanente que tenemos y también se perjudica a la vez al circuito del teatro independiente”.
UNA ESTRUCTURA CON DESIGUALDADES DE ARRASTRE
En casi catorce años de gestión macrista en CABA el presupuesto destinado a Cultura experimentó en promedio un fuerte recorte, reduciéndose de un tope de 3,8% a 1,6% para este año, con oscilaciones y contadas excepciones hacia arriba.
Evolución de la participación sobre el total del presupuesto de las jurisdicciones de Deuda, Salud, Hábitat y Desarrollo Humano y Educación y Cultura (2016 -2021)
Fuente: Elaboración propia con datos tomados de: https://www.buenosaires.gob.ar/haciendayfinanzas/presupuesto.
Para 2019, el presupuesto de Cultura en CABA representó el 1,9%, en 2020 bajó a 1,8% y para 2021 lo previsto apenas llega a 1,6%, con una caída constante en los últimos tres años, alcanzando los valores históricos más bajos pese al impacto devastador implícito del Covid-19 sobre las actividades culturales en 2020.
Volvemos a destacar, al igual que lo hicimos en comparaciones cuantitativas de informes anteriores (ver cuadro superior), el contraste cínico entre la desfinanciación de áreas sensibles para la población frente al constante aumento presupuestario en propaganda y pauta para medios afines: el costoso respaldo al relato oficial para el encubrimiento de una pésima gestión y el pago del blindaje mediático nunca se detienen.
Durante los años de la conducción macrista del distrito casi el 50% del presupuesto cultural se destinó a los grandes equipamientos públicos, para sostener una decena de grandes centros culturales y teatros ubicados en el Centro de la Ciudad y La Boca, cuyo acceso como fenómeno sociocultural está fuertemente monopolizado por las clases más pudientes y el turismo.
Los más renombrados y privilegiados en el financiamiento fueron el Centro Cultural Recoleta, La Usina del Arte, el Centro Cultural 25 de Mayo y el ya mencionado Complejo Teatral de Buenos Aires.
En contraste, menos del 6% del presupuesto en promedio en estos mismos años, se aplicó a actividades fundamentales de promoción sociocultural como el “Programa Cultura en Barrios” o “Inclusión Social Arte en Barrios”, ambos de interés comunitario, por ejemplo.
Dentro del presupuesto porteño, el cuestionado (por los propios beneficiarios) apoyo a la cultura independiente depende de manera directa del Ministerio de Cultura e incluye, al menos en los papeles, las líneas de fomento: Proteatro; Prodanza; Pro escritores; BA Música; BA Milongas; Mecenazgo y Fondo Metropolitano de la Cultura, las Artes y las Ciencias, entre otros programas con incentivos.
A la vez la “grieta” entre el norte más privilegiado y el sur postergado de la Ciudad puede verificarse en la cantidad de actividades culturales, pues los barrios donde se programaron más actividades en espacios culturales de CABA (públicos, privados y comunitarios) durante 2018 (tomando estadísticas de uno de los últimos años de plena “normalidad” previos a la pandemia), fueron Recoleta, San Nicolás, Monserrat, La Boca y Palermo, que albergan grandes complejos.
(Fuente Monitor Cultural de la Ciudad -GCBA)
Además, se verifica que para los barrios con más altos niveles de necesidades básicas insatisfechas los espacios culturales resultan escasos y de muy difícil acceso, como sucede, por ejemplo, en Villa Soldati, Villa Lugano y Nueva Pompeya. Menores dificultades se presentan en barrios céntricos (Monserrat, Balvanera, San Nicolás, Microcentro y San Telmo), como consecuencia del legado histórico urbanístico. Y en la cima de la tabla, los barrios de Recoleta, Barrio Norte, Palermo y Belgrano y el corredor del Norte cuentan con una alta densidad de espacios culturales de fácil accesibilidad, justamente en coincidencia con los valores más bajos de hogares con necesidades básicas no satisfechas. La Cultura no es promovida como un bien para todos los porteños y porteñas y su disfrute resulta muy desigual.
(Fuente Monitor Cultural de la Ciudad -GCBA)
NI GRIEGAS, NI ROMANAS, RUINAS PORTEÑAS
Por estos días la legisladora del Frente de Todos, María Bielli, difundió en redes sociales y medios de prensa las condiciones pésimas de mantenimiento del Anfiteatro del Parque Sarmiento. Con un toque tragicómico, reflexionó: “¿Ruinas de un anfiteatro griego? ¿Romanas? No, no. Es el Anfiteatro del Parque Sarmiento que está sin mantenimiento, sin programación y con yuyos y malezas creciendo entre las gradas. O lo privatizan, o lo abandonan”.
Las apreciaciones de la legisladora Bielli sintetizan el manejo combinado del área de Cultura y la gestión del Espacio Público del Gobierno de la Ciudad, tal como también lo denunció para el caso opuesto, el del Anfiteatro del Parque Centenario, en buenas condiciones, al que abiertamente pretenden privatizar, para sacarlo de la órbita de lo público y gratuito.
“Como contrapartida el GCBA privatiza el anfiteatro del Parque Centenario, un espacio público, privando de la cultura a quienes no pueden pagar una entrada. Esto se suma al recorte presupuestario en Cultura para este año en la Ciudad. La pandemia dejó en evidencia la necesidad de discutir el acceso al espacio público y la importancia del ejercicio del derecho a la Cultura en todo momento, mucho más en situaciones como la actual”, explicó Bielli.
“No hay información clara acerca del mecanismo mediante el cual funciona el anfiteatro del Parque Centenario. No es la primera vez que el Gobierno de la Ciudad privatiza un espacio que es de todes a favor de unos pocos”, agregó.
“Es necesario promover la música en vivo como expresión popular y accesible, esto requiere inversión pública y decisión política. A sólo cuadras del Parque Centenario hay espacios culturales ahogados por la pandemia y por la falta de acción política del Gobierno de la Ciudad. Todas las semanas nos enteramos de un nuevo espacio que cierra o que acumula deudas sin parar con total incertidumbre”, concluyó la legisladora.
Bielli y su equipo propusieron, ante esta coyuntura, un proyecto de ley de Pasajes Culturales para que el Gobierno de la Ciudad fomente actividades culturales gratuitas en espacios públicos de toda Buenos Aires. “Pasajes Culturales viene a saldar dos situaciones que nos dejó la pandemia: la necesidad de garantizar el acceso a la cultura de forma cuidada y reactivar la actividad para artistas, espacios y organizaciones culturales que hoy ven su actividad muy restringida”, propuso la legisladora.
El proyecto plantea la creación de dos pasajes culturales por Comuna todos los fines de semana. Su organización estaría a cargo del Ministerio de Cultura de la Ciudad, teniendo el mismo la responsabilidad de abonar lo que corresponda a los diversos espacios y organizaciones que generarían contenido y, a la vez, garantizaría el acceso gratuito y cuidado a la Cultura en toda la Ciudad de manera equitativa.
La iniciativa, que fue planificada con el aval de organizaciones culturales de la Ciudad, busca reactivar la actividad del sector, promover la diversidad y la descentralización.
“Es necesario para seguir cuidándonos que lxs vecinxs de la Ciudad tengan oferta cerca de su casa para no tener que transportarse y a su vez reactivar los espacios culturales de cada comuna. Hay barrios que no tienen oferta cultural pública, se podría empezar a implementar en ellos y avanzar de forma escalonada”, concluyó Bielli.
Como reflexión final se debe cuantificar que el área cultural en CABA representa una fuente de trabajo para aproximadamente cien mil personas, entre artistas, gestores, productores, trabajadores de distintos espacios y artistas callejeros, además de ser un factor económico altamente relevante para la economía del distrito en general. La actividad cultural en CABA representa, según cifras oficiales, el 5,3% de los puestos de trabajo registrados.
Las industrias culturales por su importancia tienen que tender a proveer fuentes de empleo de calidad para sus trabajadores, con cobertura social, jubilaciones dignas y aportar a la disminución de la enorme precarización laboral e informalidad que caracteriza al sector.
El papel de la gestión estatal, en la concepción del Frente de Todos, resulta determinante para orientar el ejercicio de la cultura como un derecho humano básico, en el marco del respeto de la diversidad de todo tipo de expresiones y mejorar las condiciones de vida, de generadores y consumidores de bienes culturales.