MÁS ALLÁ DE LAS VACUNAS
Por Andrés Cárdenas
El sistema sanitario de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires acumula falencias estructurales y reclamos no escuchados del personal de Salud, acentuados desde la asunción de Juntos por el Cambio en 2007 y puestos en evidencia durante la pandemia, cuya gestión pudo sostenerse con aportes del Gobierno Nacional. Políticas injustas, ineficientes e irresponsables marcaron trece años de gestión, plenos de retrocesos, mucho más allá del actual cuestionado programa de vacunación porteño contra el Covid-19.
Las largas colas que la semana pasada mostraron a los adultos mayores de 80 años a la intemperie, con decenas de ellos descompuestos por el intenso calor, en vacunatorios totalmente mal organizados por el Gobierno de la Ciudad como los del Club San Lorenzo de Almagro y el Luna Park, lograron mellar algo del hermético blindaje mediático que protege las 24 horas a la deficiente gestión de Juntos por el Cambio al frente del distrito más rico del país.
Fue apenas una ráfaga de críticas livianas, complacientes, siempre abordando la vacunación contra el Covid-19 como tema único y exclusivo, pero volviendo a soslayar graves deficiencias estructurales que se agudizaron en los últimos años en el conjunto del sistema sanitario porteño, por las que los colectivos de trabajadores se movilizan activamente, siendo sistemáticamente ignorados.
La estructura del sistema de Salud de CABA es una de las de mayor complejidad de Argentina, a la vez que se encuentra muy fraccionada entre prepagas privadas, obras sociales y el subsistema público estatal, éste último termina absorbiendo la mayor cantidad de demandas, incluyendo las más costosas y menos redituables para los privados, que suelen quedarse con las prestaciones de mayor rédito económico empresario.
Se trata de una ecuación, reflejada en políticas sanitarias injustas y desiguales, fuertemente respaldada por Juntos por el Cambio, desde el inicio de la gestión de Mauricio Macri, como jefe de gobierno porteño en 2007, y continuada por su sucesor, Horacio Rodríguez Larreta, hasta la actualidad.
El fraccionamiento planteado en estos términos deriva en que el castigado subsistema público, que brinda cobertura de modo excluyente a la población más vulnerable, termina subvencionando al sector privado.
De este modo, el subsistema público sostiene al privado, para que finalmente se lleve la crema del negocio de la salud, junto con los grandes laboratorios y grandes farmacéuticas, que son las que sacan la mayor tajada, hasta en los tiempos del cólera, como los de la pandemia de Covid-19.
Javier Andrade, diputado del Frente de Todos y miembro de la Comisión de Salud de la Legislatura porteña consideró: “Debido al impacto de la emergencia sanitaria generada por la pandemia, la Ciudad de Buenos Aires recuperó camas que había perdido en los años de gestión anteriores, desde Macri en adelante. Se habían reducido más de 500 camas, es como si en conjunto CABA hubiera cerrado 4 o 5 hospitales en estos años de macrismo. Respecto del equipamiento, y gracias al contundente aporte del gobierno nacional, también se incrementaron el último año instalaciones de terapia, respiradores y demás. Pero queda pendiente un gran déficit respecto de equipamiento en hospitales y fundamentalmente un déficit de personal. Muchos cargos que se fueron perdiendo con el tiempo, por jubilaciones, fallecimiento y demás no se volvieron a ocupar. CABA tiene estructura para ampliar sus servicios, extender horarios de atención, tanto en los hospitales como en los centros de salud, pero para eso lo que urge es personal sanitario debidamente preparado, que está entre lo menos atendido por esta gestión”.
“Resulta paradójico que CABA, al haber recibido muchos de los hospitales que eran nacionales, tenga una red de salud grande con 35 establecimientos, pero de cobertura y distribución desigual. Digamos que no es un número insuficiente, pero otra vez la discusión, en CABA, no es simplemente sobre estructura edilicia, que en muchos lugares debe mejorarse sin dudas, sino fundamentalmente sobre recursos humanos. Se trata de pensar a la red de Salud como una verdadera red de cuidados progresivos. Esto es lo que reitera Rodríguez Larreta todos los años en la apertura de sesiones parlamentarias y está incluso escrito en su Plan de Salud 2016/2019, y sigue sin cumplirse. No existe una buena interacción entre los hospitales, no hay una buena regionalización por complejidad. Y fundamentalmente no hay un buen acceso a la atención del primer nivel, pues todo lo que funciona de modo relativamente correcto, lo hace más por la voluntad y el trabajo denodado de los equipos de salud que por decisión política del Ejecutivo porteño”, agregó Andrade.
EL FACTOR HUMANO
La ola de reclamos de los trabajadores del área de Salud, de los enfermeros, residentes y concurrentes de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires ingresó en una meseta, impactada por la pandemia, luego del pico del conflicto a fines de 2019, con ocho días de paro y movilizaciones a principios de diciembre de ese año, que lograron una gran repercusión pública.
Los colectivos de trabajadores sanitarios consiguieron en aquel entonces la suspensión de la aplicación de la Ley 2028 que volvía más precarias sus ya deterioradas condiciones de trabajo y que fue sancionada en medio de una brutal represión frente a la Legislatura porteña a fines de noviembre de 2019.
Las discusiones de normas de fondo quedaron el año pasado en un compás de espera en medio de las urgencias impuestas por el tratamiento de emergencia dictado por el Covid-19 y el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO), decretado en marzo, ahora devenido en el vigente Distanciamiento Social, Preventivo y Obligatorio (DISPO).
De todas maneras, la Policía de la Ciudad no se privó de golpear y gasear de vuelta a los mismos grupos de trabajadores el 21 de septiembre del año pasado, nada menos que en el “Día de la Sanidad”, en pleno ASPO y, otra vez, frente a la Legislatura. Los principales reclamos siguen pendientes al día de la fecha.
El conjunto de trabajadores sanitarios involucrados en los reclamos excede ampliamente a los médicos, residentes y concurrentes; abarca a un universo que incluye a enfermería, terapistas ocupacionales, músicoterapeutas, expertos en medicina general, trabajadores sociales, especialistas en arquitectura hospitalaria, antropólogos, especialistas en distintas ramas de la educación y muchos otros profesionales.
Durante los últimos meses profesionales del ámbito de la Salud porteño con el apoyo institucional de la Asociación de Psicólogos del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, la Asociación Civil de Profesionales de Antropología, Comunicación, Sociología y Afines (APACSA) y la Federación de Profesionales de CABA, entre otras representaciones, vienen reclamando contra la situación de precarización laboral.
“Somos profesionales de distintas especialidades: Medicina, Psicología, Obstetricia, Psicopedagogía, Ciencias de la Educación, Fonoaudiología, Nutrición, Biología, Veterinaria, Trabajo Social, Terapia Ocupacional, Sociología, Antropología, Sistemas de Información para la Salud, entre otras, que trabajamos en el Ministerio de Salud del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Nuestras profesiones están incluidas dentro de la Ley 6035 que rige la Carrera de Profesionales de la Salud, sin embargo desde hace años y en la actualidad nos encontramos desempeñando nuestras tareas en el escalafón general, encuadrados en una carrera administrativa que nos coloca en una situación de clara precariedad e inferioridad de condiciones con respecto a nuestros colegas de la carrera profesional.
Esta situación de inequidad que ha sucedido durante años, actualmente con la crisis sanitaria que ha generado la pandemia del Covid 19, pone de relieve el lugar que ocupamos como profesionales del sistema de salud, realizando funciones de prevención, contención, asistencia, organización, planificación, capacitación e investigación, con responsabilidades y riesgos, sin distinción con el resto de los profesionales de la Carrera de Profesionales de la Salud”, denunciaron en una declaración pública destinada a recolectar firmas de apoyo.
En la práctica diaria, en muchas instituciones, se somete a residentes y concurrentes a extenuantes jornadas laborales: siempre termina sobrecargado el sistema de residencias, que en promedio duran cuatro años y las concurrencias, cinco.
Los concurrentes, por ejemplo, directamente no cobran por prestaciones de años en los hospitales y en la mayoría de los casos tienen que pagarse hasta su ropa de trabajo, como si fueran monotributistas, pero sin percibir dinero.
Justamente una de las novedades de las últimas dos semanas fue un comunicado de Docencia Investigación y Desarrollo Profesional del GCBA dirigido a las direcciones de los hospitales porteños, donde se solicitó frenar la presencialidad de los concurrentes hasta que no resuelvan la vigencia de un seguro contra Covid, algo bastante inusual para personal que carece de todo otro tipo de derechos básicos y estuvo trabajando más de un año en la emergencia.
Carlos Ignacio Sanguinetti, concurrente psicólogo del Hospital Alvarez, delegado del mismo establecimiento y miembro de la Asamblea de CABA, sostuvo: “El gobierno de la Ciudad tiene un desprecio absoluto por los trabajadores del sector público, es una modalidad sostenida con todo lo que tenga que ver con lo público, mientras más se achique y menos ‘problemas’ traiga este sector resulta mejor para ellos. Para los concurrentes hubo cambios recientes en el sentido negativo. Hay 1.400 trabajadores sin derechos laborales pero ahora también sin poder colaborar plenamente con la pandemia en muchos servicios, por el reciente agregado de una cláusula del GCBA que dice que los concurrentes deben tener seguro por Covid, y el argumento es que lo están gestionando, pero sin ningún plazo a la vista. El resultado de esta medida puede significar un impacto directo con una nueva merma de la fuerza de trabajo de personal sanitario porteño, que ya sufrió centenares de pérdidas por decesos. La cláusula es nueva, supuestamente están resolviendo el tema, pero tememos que pueda ser empleada en contra del régimen mismo de concurrencias para cerrarlas, pues el lugar de las concurrencias viene peligrando desde hace tiempo en el ámbito de la formación en Salud de CABA. No sería la primera vez que nos mientan en la cara sobre el reconocimiento de derechos básicos como lo hicieron con la obra social y la ART”.
Por otra parte, la situación de los residentes en CABA sigue siendo la misma que a fines de 2019, además con la llegada de la pandemia y la cuarentena quedaron suspendidos muchos de sus derechos e incluso tuvieron problemas al inicio del aislamiento con los elementos de protección personal (EPP), que en muchos casos tuvieron que comprar entonces de su bolsillo.
“Desde la Asamblea de Residentes y Concurrentes seguimos pidiendo salarios, ART y obra social y jubilación para los y las compañeras y compañeras concurrentes. Actualización de salarios acordes a la inflación para los residentes con un 70% de aumento por paritarias pasadas mal pagas, como la del año pasado en la que ante un 40% de inflación nos dieron un 15% de aumento. Como esenciales tenemos que tener una actualización de salarios acorde a todos los años que fuimos perdiendo poder adquisitivo. Acompañamos fuertemente el pedido de las y los compañerxs de enfermería de incorporación a la carrera profesional”, explicó a Proyectar Ciudad, Lain Bullentini, médico residente de Medicina General y Familiar del Hospital Argerich e integrante de la Asamblea de Residentes y Concurrentes de CABA.
“Se venció la paritaria de 2020 a principios de marzo y seguimos en esta situación de no cerrar una actualización de salarios. Nos dieron dos bonos, uno a principios de enero y otro a principios de febrero de 2021. Y lo más preocupante es que haya profesionales de la Salud que no estén cobrando como es el caso de las concurrencias, pese a la gran tarea que realizan, sin obra social, sin aportes jubilatorios y también está totalmente fuera de lugar que haya compañeros y compañeras con títulos profesionales a los que les pagan como si fueran administrativos y administrativas. Creemos que estas son banderas que no son negociables. Ni hablar de la vacunación al personal de Salud en conjunto que recién ahora se está empezando a normalizar en CABA”, añadió Bullentini.
PLURIEMPLEO Y PEDIDOS DE PASE A PLANTA
Sin dudas los enfermeros constituyen uno de los sectores más castigados en el esquema sanitario de la Ciudad. El principal reclamo sectorial es también para ellos el reconocimiento profesional y jerarquización de la carrera de Enfermería en el ámbito de CABA, también a través del pase a planta con la implementación de la Ley 6035.
De este modo reflexiona sobre el marco general de su sector, Iván Sotomayor, Licenciado en Enfermería Generalista, integrante de la Asamblea Interhospitalaria Independiente de CABA, trabajador del Hospital Alvarez desde 1985 y con desempeño en la Escuela Superior Cecilia Grierson, Sede Polo Lugano, desde 2015: “Después de un año y meses de pandemia, el personal esencial de salud notó que no solamente fuimos invisibilizados y fue romantizada nuestra lucha, nuestras compañeras muertas (más de cien trabajadorxs solo en enfermería en 2020, ndr), sino que también se incrementó mucho la violencia física con la detención de compañeros en acampes y con los golpes en la Legislatura. Se produjeron agresiones y detenciones, intervenciones en asambleas como en la del Hospital Moyano por exigir vacunas, donde la Policía de la Ciudad pedida por el director del hospital irrumpió en la reunión de trabajadores. Igual situación se dio en el Hospital Alvarez. Lo que no pueden tapar con la pauta oficial lo hacen por intimidación, violencia física y hasta robo de urnas en comicios sindicales, es una situación muy violenta”.
“De parte de Rodríguez Larreta seguimos viendo el mismo cinismo, la misma hipocresía y la misma mentira. En los hospitales hasta hace poco se distribuían escasas vacunas, y luego nos enteramos que muchas dosis se fueron desviando a establecimientos privados. Resulta increíble porque tenemos más de 45 vacunatorios en la Ciudad que trabajan todo el año y también en los hospitales. A algunos no llegaron vacunas como al Moyano o a otros llegaron muy pocas. Eso habilita el negocio con las prepagas, donde se beneficia también a algunos pocos afiliados, sin controles desde el gobierno porteño. Sobre si se vacunó al personal de riesgo y el de salud de esos sanatorios privados, tenemos serias dudas al respecto”, amplió el enfermero porteño.
“De este modo el Gobierno de la Ciudad opta por la política de privilegiar el sector privado sobre la salud pública. En un año de pandemia no mejoró considerablemente la provisión de elementos de protección personal (EPP), en obras sociales el personal tiene algo más de cobertura pero no pasa lo mismo en hospitales, salvo en los sectores de terapias y unidades febriles. Las vacaciones quedan cortas debido al pluriempleo, apenas compensan el terrible estrés que diluye en el acto los pocos días de descanso. Al volver nos encontramos con los mismos problemas como tener que llevar nuestra ropa a lavar a nuestras casas. O no contar con vestuarios para cambiarnos en los hospitales”, prosiguió Sotomayor.
Los enfermeros porteños ejercen jornadas laborales que son insalubres en contravención de la Ley de Ejercicio de Enfermería, que fue sancionada en 1991, estableciendo un régimen específico de insalubridad, que no permite una jornada laboral de diez horas en la noche o doce horas corridas. Pero esto nunca se respetó y estos turnos todavía existen en la práctica. No solamente se da el pluriempleo, por lo bajo de los salarios no reconocidos profesionalmente, sino también el trabajo de muchas horas continuadas, hasta con dobles turnos de 17 horas en distintos empleos, sin sumar los tiempos de traslado.
Entre los reclamos la reivindicación de igualar el salario a la canasta familiar, es señalada por los trabajadores, como una necesidad imperiosa. Quedó al desnudo que el pluriempleo afecta en conjunto tanto a médicos, enfermeros, kinesiólogos, camilleros o mucamas. Casi cualquier persona que trabaja en Salud tiene al menos un segundo empleo.
A veces algunos trabajadores se contagian de coronavirus en un hospital y antes de desarrollar los síntomas llevan la enfermedad a sus distintos lugares de trabajo con un sistema de testeos deficiente.
“Por otra parte, casi el 70 por ciento del personal de enfermería son mujeres y persisten las estructuras verticales, patriarcales y machistas en los servicios. Se dan desde traslados inconsultos y sanciones, hasta evaluaciones de desempeño negativas que las llevan a quedar en disponibilidad y luego cesantes”, denunció Sotomayor.
Con el último aumento para los trabajadores enfermeros de la Ciudad de Buenos Aires habrá un incremento en tres cuotas a lo largo del año 2021, para llegar a un mínimo de 52 mil pesos recién en noviembre, cuando el promedio de sueldo actual de enfermeras y enfermeros es de 40 mil pesos y la canasta familiar alcanza los 93 mil pesos, o sea que van poder cubrir la mitad de la canasta familiar del año pasado recién a fin de este año.
“Los hospitales porteños no tienen planta física para tener pacientes aislados. Necesitan algunos mantenimientos que no tuvieron por décadas y por eso son lugares peligrosos para trabajar. El otro gran problema es la falta de personal calificado y eso se puede pagar muy caro con acciones que no corresponden. No se trata de un simple entrenamiento para cuidar un paciente en un respirador sino que resulta imprescindible preparación. Por ejemplo, para estar atentos a los signos de alarma hace falta experiencia previa y muchos conocimientos de normas de bioseguridad”, explicó Sotomayor.
DIFERENCIAS ENTRE NORTE Y SUR TAMBIÉN EN SALUD
En la Ciudad de Buenos Aires, desde el inicio de gestión de Macri y después con Rodríguez Larreta, la población asistió al deterioro del sistema de salud más pronunciado de los últimos años, con políticas injustas e irresponsables.
Evolución de la participación sobre el total del presupuesto de las jurisdicciones de Deuda, Salud, Hábitat y Desarrollo Humano y Educación y Cultura (2016 -2021)
Fuente: Elaboración propia con datos tomados de: https://www.buenosaires.gob.ar/haciendayfinanzas/presupuesto.
El Ministerio de Salud porteño, sólo recuperó 0,3% respecto al año anterior en el Presupuesto 2021, aún en la disyuntiva de una posible segunda ola de Covid-19. Es importante remarcar la constante caída presupuestaria de esta cartera desde 2016 en adelante, en consonancia con la gestión presidencial de Macri.
La desfinanciación, al igual que en otras áreas sensibles, es el primer paso para que la gestión de Salud, por ejemplo, resulte cada vez de peor calidad, mientras que no cesó, ni siquiera en pandemia, el constante aumento presupuestario en propaganda y pauta para medios afines.
El sitio oficial del GCBA abre su apartado, con el siguiente eslogan: “El sistema de salud, público, gratuito y de calidad, se ofrece a todos los ciudadanos que viven y transitan la Ciudad de Buenos Aires”
El funcionamiento en la realidad resulta muy distinto de lo enunciado, pues al igual que con otros tantos indicadores socioeconómicos básicos, CABA presenta profundas desigualdades en la gestión de Salud, sobre todo al comparar las más favorecidas comunas del Norte respecto del postergado Sur.
Según los últimos datos oficiales de la Encuesta Nacional de Hogares, correspondientes al año 2018, el 18,6% de la población residente de CABA contaba únicamente con el sistema público de Salud como respaldo. Este porcentaje se elevaba a 31,7% en el conjunto de la Zona Sur, destacándose la Comuna 8 por contar con 43,7% de su población en esta situación y la Comuna 4, donde el número ascendía a un 37,5%.
A la vez, si observamos la distribución de Hospitales Públicos (de Agudos, de Niños y Especializados) podemos ver cómo la Comuna 8, con los mayores problemas en todos los índices y con la mayor población dependiente de la atención pública, solo cuenta con el Hospital Cecilia Grierson, lo que se busca compensar con sedes de los Centros de Salud y Acción Comunitaria (CESAC) y centros médicos barriales, que evidentemente no cumplen iguales funciones. De los 35 Hospitales Públicos, la Comuna 9 solamente cuenta con el Hospital Francisco Santojanni y la Comuna 7 con el Alvarez y el Piñero.
El caso de la Comuna 4 resulta singular pues nuclea el bautizado complejo “Hospitales” que concentra como legado histórico varios Centros Especializados (es decir para patologías específicas), de referencia nacional, como el Muñiz, para enfermedades infecciosas, o los principales ligados a la Salud Mental de la Ciudad, como el Borda y el Moyano.
PROYECTOS DE FONDO, MÁS ALLÁ DE LA EMERGENCIA
El legislador Andrade enumera algunos proyectos propios promovidos por el Frente de Todos para paliar deficiencias del sistema sanitario porteño: “Tenemos muchas propuestas, entre ellas algunas que presenté y que consideramos estructurales como es la incorporación de las promotoras de salud a todos los equipos de salud de los CESAC, pues representan un nexo fundamental entre el barrio y el sistema de salud. Hoy para toda la Ciudad hay solamente 52 y siguen al igual que el personal de enfermería sin estar reconocidas. Es decir trabajan estas 52 contratadas como auxiliares de salud, pero sin tener reconocida la tarea que realizan”.
“Otro tema fundamental es la producción pública de medicamentos, muchas provincias, e incluso municipios como Hurlingham, tienen laboratorios de producción pública de medicamentos, mientras que la Ciudad teniendo el presupuesto per cápita más grande del país, no invierte en ello. También este año, junto con la producción pública de medicamentos volvimos a presentar la Ley de VIH para la Ciudad que fue construida en consenso con las organizaciones de personas que conviven con el VIH, otro tema que es urgente y no puede seguir esperando”, explicó Andrade.
La situación de crisis sostenida en el tiempo del sistema sanitario porteño no se sustenta por una casualidad ni se mantiene por inercia sino que obedece a un claro posicionamiento ideológico de Juntos por el Cambio, que detrás de un discurso apenas superficial de protección del subsistema público de Salud favorece desproporcionadamente a los privados.
Sacándose la careta, la presidenta del PRO, Patricia Bullrich, volcada a la “bolsonarización” de su espacio, repudió directamente el sistema de adquisición y distribución centralizada de vacunas de manera gratuita para toda la población, que ideó el Gobierno Nacional, pidiendo ante los medios que “hagamos una vacunación no tan soviética”. Y luego añadió que las dosis “las pague el que pueda” en instituciones privadas, sin aclarar ni ser repreguntada (tal vez por lo implícito de la posible respuesta) sobre qué les quedaría a los sectores de menos recursos.
Se tiene que insistir en que el árbol no tape al bosque, de manera que la omnipresente polémica de las vacunas no oculte la profundidad de los reclamos ninguneados de los trabajadores de la Salud.
“El maltrato que recibe el personal de Salud por esta gestión es francamente increíble y es una de las cuentas pendientes más grandes de Macri y Rodríguez Larreta. Trece años gestionando de espaldas a los trabajadores y trabajadoras. Por eso, desde el bloque del Frente de Todos en la Legislatura siempre acompañamos y tratamos de motorizar los reclamos de los compañeros, lo hicimos con la carrera de profesionales, lo hicimos con la ley de residentes y concurrentes y con enfermería. Son los propios trabajadores y trabajadoras quienes deben marcar el rumbo en estas reivindicaciones y pedidos. No creemos en los proyectos hechos detrás de un escritorio sin que eso tenga un correlato en la calle. Son los y las protagonistas quienes deben definir cuál es el camino a seguir y cuáles son las exigencias a defender”, argumentó Andrade.
Como telón de fondo resulta indispensable rediscutir el sistema de salud que tenemos en la Ciudad. La realidad es que con el Presupuesto del distrito más rico del país se podría gestionar un sistema sobre bases diametralmente opuestas, más justas y solidarias.
“Por ejemplo, los concurrentes son 1400 profesionales capacitados que exigen ser reconocidos. El sector público invierte en su formación como mano de obra de excelencia, que después termina siendo absorbida por el sector privado, como una forma encubierta de precarización en detrimento de lo público, que a la vez culmina siendo sostenida económicamente por todos las porteñas y los porteños. Desde el gobierno de la Ciudad contribuyen a que el subsistema público no funcione bien y cuando no lo hace, actúan como si las autoridades no tuvieran nada que ver, y aprovechan para cerrar espacios o privatizarlos”, explicó el concurrente Sanguinetti.
El pase a planta del personal de salud es una reivindicación permanente, pues CABA cuenta con récords de personal contratado desde hace 28 años. A la vez se toma personal contratado de todas las disciplinas, lo que no tiene sentido, pues sería más consistente estabilizar la planta permanente y no propiciar monotributos sin vacaciones ni obras sociales, que a fin de año se vuelven a quedar muchas veces sin trabajo.
El enfermero Sotomayor, desde la trinchera de combate a la pandemia, resume el cuadro actual: “Hoy lo que se hace imprescindible para el personal de Salud es que lo cuiden, que lo protejan, que le hagan testeos de manera metódica, que no les falten elementos de protección personal, que no les falten insumos. Hay guardias de 24 horas, turnos de enfermería de 12 horas pese a la ley vigente que reglamenta el régimen de insalubridad. Tenemos sanatorios, clínicas, hospitales municipales completamente desfinanciados con falta de personal, lo que pasa factura a los trabajadores de la Salud en todas las disciplinas. Eso es lo urgente, más allá de las vacunas”.