La pobreza infantil en la Ciudad
La recesión económica que comenzó a mediados de 2018, y todavía se prolonga, empezó a mostrar su peor cara: el deterioro de los indicadores sociales, en especial en niños, niñas y adolescentes. De las casi 700.000 personas menores de 18 años que hay en la Ciudad de Buenos Aires, un 36% vive en hogares cuyos ingresos mensuales estuvieron por debajo de la línea de pobreza al tercer trimestre de 2018. Un 14,9% del total estuvo por debajo de la línea de indigencia. Estos datos aun no reflejan los efectos de la elevada inflación del último trimestre de 2018 y el primer trimestre de 2019, por lo cual la situación actual puede encontrarse en niveles incluso más alarmantes que los reflejados por los últimos datos disponibles.
La película es peor que la foto. Mientras que la pobreza en niños, niñas y adolescentes mostraba un cuadro preocupante hacia septiembre del año pasado, la evolución anual fue particularmente grave. Hubo 59.000 pobres más entre personas menores de edad, de las cuales 50.000 cayeron en la indigencia. La cantidad de menores indigentes se duplicó.
El agravamiento de esta situación también se advierte en las brechas de pobreza e indigencia, que reflejan cuantos ingresos le faltan a los hogares para dejar de ser pobres indigentes. Una forma de medir estas brechas es partir considerar el porcentaje la canasta básica de alimentos que es cubierto por los ingresos de cada hogar indigente y el porcentaje de la canasta básica total que es cubierto por los ingresos de los hogares pobres no indigentes.
Respecto a la medición de hace un año, los hogares pobres no indigentes con niños, niñas y adolescentes esta relación se mantuvo relativamente estable en torno al 65% de la Canasta Básica Total. Pero en el caso de los hogares indigentes con menores de edad, esta situación empeoró de manera preocupante, en promedio los ingresos de los hogares indigentes pasaron de cubrir el 66% de la canasta básica alimentaria a cubrir el 60%, es decir no sólo creció significativamente la cantidad de niños indigentes, sino que estos cada vez estos hogares están más lejos de dejar de serlos.
Los números muestran la urgencia alimentaria de esta población: los y las menores de edad que son indigentes, tienen cada vez mayores necesidades.
El 88,2% de las personas indigentes y el 86% de las personas pobres menores de edad asisten a algún establecimiento educativo (prácticamente la misma proporción que entre personas no pobres). De hecho, entre los 6 y los 12 años la tasa de escolaridad es del 100%. De acuerdo con los datos a 2017, último dato disponible sobre tipo de establecimiento educativo, la escuela pública es mayormente responsable, dado que el 65% de la población pobre en edad escolar asiste a escuelas estatales.
Dada la cobertura que el sistema educativo tiene sobre este grupo poblacional (sobre en especial la escuela pública), el servicio de comedores y viandas escolares podría desempeñar un rol relevante para aliviar la situación de carencia alimentaria implicada en el aumento de la pobreza e indigencia infantil.
Sin embargo, la gestión del Gobierno de la Ciudad en la materia va en sentido contrario. Se han acumulado denuncias sobre la calidad, cantidad y disponibilidad de las raciones y se implementaron cambios normativos que, en la práctica, han actuado como barrera al acceso a las viandas para numerosas familias, en un contexto de emergencia que reclama un significativo apoyo a los comedores escolares.
Anexo Metodológico
La Dirección de Estadísticas y Censos del GCBA no publica datos de incidencia de la pobreza e indigencia por grupos de edades. Los datos de INDEC no tienen la misma fidelidad, por diferentes criterios en la selección de muestra de viviendas a encuestar. Por lo tanto, los datos que se presentan se basan en una reconstrucción de las líneas de pobreza e indigencia de de CABA.
El criterio utilizado fue la conversión a una unidad de adulto equivalente de las canastas básica alimentaria y básica total del hogar tipo 1, compuesto por una pareja de personas adultas, un niño y una niña. Dado que existen datos de la canasta alimentaria previos a la publicación de la canasta básica alimentaria (desde 2016) y que su proporción no varía significativamente (promedio de un 93%), se considera esa misma relación para la CBA de 2015. A su vez, como el hogar tipo 1 no incluye gastos de alquileres, se añade el ítem a la canasta resultante de acuerdo con el tamaño de hogar y la metodología de la DGEyC CABA (promedio de alquileres de nuevo barrios porteños, sin hacinamiento).
La precisión de la estimación propia puede compararse en el siguiente gráfico. Las tasas de incidencia son razonablemente similares y muestran la misma tendencia. La estimación realizada subestima la medición de pobreza, presumiblemente por diferencias en la incidencia del gasto en transporte con la estimación oficial. La indigencia no muestra diferencias sistemáticas con los valores oficiales a partir de 2016, momento en que la DGEyC comenzó la publicación de la canasta que permite la comparación. Cabe considerar, además, que los datos oficiales corresponden a estimaciones semestrales (bases que la DGEyC no publica) y el cálculo alternativo que aquí se presenta se realiza con base trimestral.