ENTRE LA NECESIDAD Y EL CANSANCIO
Buenos Aires, 23 de junio de 2020
Con 95 días cumplidos de cuarentena el 96% de los casos de Covid-19 del país se concentran en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) con un porcentaje en aumento. La multiplicación de casos y la ocupación acelerada de camas de cuidados intensivos, factores de alerta señalados por expertos, fuerzan la toma de importantes decisiones en los próximos días.
“Si sigue la actual tendencia en los próximos días volvemos para atrás en el AMBA y se endurecerán las medidas de aislamiento…Si hay que cerrar se cerrará lo que haga falta”, manifestó el presidente Alberto Fernández el lunes 22 de junio luego de mantener una reunión en Olivos con el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, y el Jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta.
Esa misma noche las cifras marcaron un nuevo récord nacional, el mayor número de contagios en una misma jornada desde el comienzo de la pandemia: 2146 casos, de los cuales 1.037 casos se dieron en Provincia y 1.024 en CABA, con 32 fallecidos a nivel nacional. Nada menos que el 96,03% de los contagios en la misma región del país, el “continuo poblacional del AMBA”, con 17 millones de habitantes.
De hecho CABA presenta 1.544 contagios por millón de habitantes contra 377 de la Provincia de Buenos Aires, en general, pero en el último caso se presenta clara la desproporción entre el Gran Buenos Aires y el interior provincial, con partidos incluso libres de casos hace varias semanas.
La pregunta que ronda a casi cien días de aislamiento social, preventivo y obligatorio (decretado el 20 de marzo) es cómo se logra frenar el aumento de casos de Covid-19 en el AMBA, qué medidas resultan eficaces y cuáles errores pudieron restar efectividad a lo realizado hasta ahora, con el foco puesto en algunas flexibilizaciones marcadas que se autorizaron en CABA.
Los ministros de Salud de Nación, Provincia y CABA, tras una reunión cumbre la semana anterior, acordaron mantener actualizado un “índice AMBA” que unificara datos de número de contagios, mortalidad, camas de Unidades de Terapia Intensiva (UTI) disponibles y controles de aumento de la movilidad interjurisdiccional en transportes en general y en el público en especial.
Ante la aceleración de casos, coincidente con el esperado pico de la enfermedad y la llegada del invierno, se decidieron en principio mayores controles de la movilidad, del tránsito vehicular y la expansión de los operativos Detectar mucho más allá de las zonas vulnerables para ir en la búsqueda de contagiados.
Para los próximos días se esperan definiciones coordinadas entre las administraciones nacional, porteña y bonaerense para determinar cuáles serán los pasos a seguir en el ámbito del AMBA, descripto por las propias autoridades como “un sistema de vasos comunicantes”, para reducir el impacto del Covid-19.
En todos los ámbitos de decisión son conscientes del “cansancio social” que tiene la población y reconocen que este dato es tenido en cuenta a la hora de establecer nuevas restricciones. Tras casi cien días de prohibiciones -aunque menos de un mes de cuarentena realmente estricta- se agranda la tensión entre tomar medidas más drásticas para detener la circulación comunitaria del virus y las necesidades económicas y laborales más apremiantes, fogoneadas desde los principales medios de comunicación y referentes de la oposición.
Los funcionarios coinciden en que solamente el consentimiento social tácito garantizará la efectividad de medidas de tan vasto alcance social, mucho más allá de cualquier normativa oficial o control estatal.
EL PANORAMA PORTEÑO
“Las UTI A y UTI B del Hospital Cosme Argerich con doce camas cada una están colmadas de pacientes con Covid-19, con un aumento significativo de ingresos. En muchos de los casos se trata de cuadros que se fueron complicando en internaciones intermedias en los hoteles, especialmente durante las dos últimas semanas. Para el personal de Salud resulta palpable el aumento progresivo de la circulación del virus en CABA y tenemos ajustadas al máximo las normas de seguridad por el riesgo de contagios. Alertamos además sobre la necesidad de que un eventual incremento de camas de cuidados intensivos debe ser acompañado necesariamente con el correspondiente personal entrenado”, contó uno de los médicos de guardia de la institución, quien prefirió salvaguardar su identidad.
Los siguientes gráficos muestran la curva de casos y camas ocupadas en CABA hoy:
(Fuente: Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires con información actualizada al 22 de junio)
La disponibilidad del sector público para COVID es de 300 camas de terapia intensiva, de las cuales están ocupadas 179 (el 59%). Asimismo, hay otras 1.100 camas para enfermos moderados de las cuales están ocupadas 751 (el 68%), y 4.000 plazas para enfermos leves en distintos hoteles y lugares contratados por el Gobierno de la Ciudad, de las cuales están ocupadas 2712, el 67%, a la fecha.
Las cifras se asemejan en los distritos más poblados y cercanos del conurbano bonaerense que estiman en cerca del 58% el porcentaje de ocupación de camas de cuidados intensivos, con un ritmo acelerado también en las últimas semanas, indicaron fuentes del gobierno provincial, en alerta por la situación del AMBA.
“Un acierto fue haber realizado un adecuado diagnóstico de situación en los primeros días de marzo, cuando todavía no se sabía cómo iba a impactar la pandemia”, aseguró el infectólogo Eduardo López.
Pero muchos especialistas señalan que la cuarentena fue víctima de su propio éxito inicial, que permitió bajar el índice R, como se denomina al número de reproducción de casos, pero luego, en la medida que se otorgaron crecientes permisos y excepciones, la flexibilización, especialmente en CABA, se extendió más allá de lo conveniente. Las cifras hablan por sí mismas en el AMBA: los casos de transmisión comunitaria, que no permiten rastrear dónde se adquirió el virus, bordean ahora el 45% del total.
Ante estos datos suena al menos “naif” o desentendida de la realidad la insistencia de Rodríguez Larreta en “segmentar la circulación por barrios” de la Ciudad, para evitar medidas más rotundas, que obviamente resultan impopulares a corto plazo, especialmente entre sus potenciales votantes.
El tránsito creciente de trabajadores no esenciales, entre ellos la fuerza laboral que llega todos los días desde el conurbano estimada en al menos la mitad del cupo laboral porteño, también ejerce presión sobre el transporte, principal factor de horizontalización del contagio del AMBA.
“Actualmente asistimos a la presión del capitalismo para no detener su proceso de reproducción aún a costa de arriesgar la salud de los trabajadores y de la población en distintas partes del mundo y en esta dinámica debe intervenir un Estado presente. La precariedad del trabajo y de la vida de los trabajadores, dependientes de empresas sin memoria histórica de sus ganancias y con una memoria muy fresca de las pérdidas del presente; la fragilidad de las pequeñas y medianas empresas y de los trabajadores independientes; los impactos de décadas de políticas neoliberales sobre los sistemas públicos de Salud afloran también en la cuestión del transporte”, consideró Jorge Blanco, Docente e Investigador en Planificación Territorial, Transporte y Movilidad y Director del Instituto de Geografía de la UBA.
“En tensión con el uso del transporte público y con un cuidado colectivo, las tentaciones hacia la autoprotección individualizada entrañan el riesgo de un aumento del uso del automóvil particular que impactaría fuertemente en las condiciones de movilidad generales. La oposición entre transporte individual seguro y transporte público riesgoso es una situación injusta que a todas luces tiene que ser evitada”, advirtió Blanco.
“Los ejemplos más visibles de trabajadores vulnerables se concentran en el servicio doméstico, la construcción, cuidadores de personas mayores o enfermas, peones en distintas actividades, changas, vendedores callejeros, recicladores urbanos, repositores y cajeros, que no encuentran en las proximidades de su residencia oportunidades de obtener un ingreso, por mínimo que sea. Esta complejidad conmina a una atención simultánea a la proximidad y a la dimensión metropolitana”, concluyó el experto.
LA SITUACIÓN EN INQUILINATOS Y NECESIDAD DE MÁS TESTEOS
“El Gobierno de la Ciudad no instrumentó medidas específicas en los hábitats populares, desoyendo las recomendaciones del gobierno nacional1. En las últimas semanas, el COVID-19 penetró con fuerza en dichos espacios. En forma tardía y en respuesta a una acción judicial presentada por el Jefe de la Comuna 4, Ignacio Alvarez, elaboró un Protocolo de Actuación2 para ser aplicado en los ‘barrios populares’ de las Comuna 4 y 8 inicialmente, que luego la Justicia hizo extensivo a todas las villas y asentamientos de la Ciudad”, contó la investigadora Ana Gretel Thomasz del Proyecto UBANEX 11 sobre derecho a la vivienda en CABA dependiente del ICA-CIDAC, FFyL, UBA.
“Ese protocolo no incluye en forma explícita ni fehaciente a la población que reside en situaciones de precariedad en inmuebles recuperados, inquilinatos u otras modalidades más o menos invisibilizadas, que suelen quedar al margen de las políticas públicas por no encuadrarse en las categorías convencionales tales como villa, asentamiento o barrio precario. De hecho la Comuna 4 en CABA es una de las que más personas tiene en estas situaciones de hábitat y también una de los más afectadas por contagios. La población que enfrenta juicios de desalojo no posee contratos de locación formales y tampoco está protegida por el decreto presidencial que suspende los desalojos de los inquilinos formales”, agregó Thomasz.
En este sentido, legisladores del Frente de Todos presentaron varios proyectos de protección específicos para sectores vulnerables de la Ciudad de Buenos Aires, a partir del 20 de marzo.
Respecto de CABA también se producen, según los y las especialistas, cuellos de botella en relación a la cantidad de casos sospechosos, que aún se encuentran a la espera de resultados o incluso de tomas de muestras, mucho más con los datos de positividad que rondan el 40%, lo que implica la necesidad de amplificar aún más el plan Detectar en todas las comunas.
La ampliación del Plan Detectar comenzó en barrios como Balvanera, Almagro o Palermo aunque todavía de un modo lento, tal como fuera en su momento la puesta en marcha en barrios populares cuando estalló la curva en la Villa 31 de Retiro y se replicó en otros asentamientos porteños, con carencias estructurales básicas, responsabilidad ineludible de la gestión de Rodríguez Larreta.
La amenazante circulación comunitaria del COVID-19 está rompiendo los diques de la pretendida inmunidad de la “cuarentena de cuello blanco” de algunos sectores sociales porteños y amenaza a todos los habitantes del distrito por igual, así como una eventual crisis del sistema sanitario en su conjunto.
En todo el país el aprendizaje se fue haciendo y se hace sobre la marcha, el comportamiento social, relajado después de tantos días de una cuarentena ya imperfecta, juega fuerte en la toma de decisiones oficiales.
La nueva prórroga, que se espera a partir del 29 de junio, que tendrá en cuenta las cifras de contagios, camas de UTI ocupadas y fallecimientos, determinará cuáles serán los alcances de las medidas oficiales para morigerar el temido pico, todavía muy lejos de una “nueva normalidad”.