ASBESTO EN SUBTES: CÁNCER BAJO TIERRA
Por Andrés Cárdenas
La reciente muerte derivada de la contaminación con asbesto del trabajador del subterráneo de Buenos Aires, Jorge Pacci, marcó la más flagrante desgracia de una cadena de hechos ruinosos, que se sucedieron desde que Mauricio Macri comprara en 2011 a España vagones obsoletos, chatarra ferroviaria, contaminada con amianto para equipar al subte porteño. El relato de un viaje de terror, que no termina, y cuesta vidas además de recursos públicos millonarios despilfarrados.
“El gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y Metrovías tienen que hacerse cargo de la muerte de mi marido. Si Mauricio Macri no hubiera comprado los trenes contaminados con asbesto en España él estaría vivo. Si Metrovías hubiera controlado los trenes, antes, y después la salud de los trabajadores expuestos previamente a que desarrollaran la enfermedad no hubiéramos llegado a esto. Hay mucho silencio, a nadie le importa, tal vez hasta que haya más muertes, hasta que fallezcan usuarios”, dijo a los medios Carolina Castellano, viuda de Jorge Pacci, el trabajador de Subterráneos de Buenos Aires, fallecido por cáncer derivado de exposición al asbesto.
Según los delegados sindicales (metrodelegados) actualmente hay al menos otros 42 trabajadores afectados por el asbesto, tres con cáncer y casi 3000 que deben ser estudiados a fondo. El de Pacci es el segundo fallecimiento vinculado de modo directo. El primero, ocurrido también hace poco, no trabajaba desde 2013 y estaba jubilado, pero los representantes gremiales aseguran poder demostrar su muerte por la misma causa.
Un comunicado de la Secretaría Laboral de la Asociación Gremial de Trabajadores del Subte y Premetro (AGTSyP) afirmó que Pacci “Falleció el 21 de marzo, de neumoconiosis por exposición al asbesto y metástasis pulmonar. Metrovías lo ocultó, la ART Galeno lo ocultó. Metrovías lo expuso al asbesto, contrajo cáncer y murió”.
Detrás de la fría precisión de los partes médicos queda una familia devastada, un matrimonio de 31 años, tres hijos y “un montón de sueños y proyectos por delante”, según contó Castellano.
La viuda ratificó las estimaciones sindicales de que ni siquiera un tercio de los trabajadores en contacto con asbesto en CABA fueron revisados. Pacci trabajó entre 2013 y 2015, en el Taller Rancagua de Metrovías, con los vagones CAF 5000 que compró el gobierno de la Ciudad durante el mandato de Mauricio Macri e ingresaron al país sin controles: a los funcionarios responsables se les olvidó revisar si tenían o no amianto en sus estructuras, con las consecuentes posibilidades de incurrir en negligencia, dolo o directamente en algún tipo de hecho de corrupción. El turbio trasfondo de la transacción madrileña para Subterráneos de Buenos Aires (SBASE), “supervisada” en persona por Macri y sus consecuencias ruinosas para las porteñas y los porteños lo analizaremos algo más adelante.
“Mi marido trabajó entre 2013 y 2015 en los talleres que hacían el mantenimiento de estos vagones contaminados. Luego de que él fue transferido, se pidió el primer amparo por parte de una jueza sobre la lista de trabajadores que estuvieron expuestos al contacto con los vagones CAF 5000. Como Jorge ya no estaba en ese sector la empresa no dio su nombre y no se lo incluyó en el RAR (Registro de agentes de riesgo). Por eso nunca le hicieron controles, era una persona de 56 años de edad, muy sana, deportista, no fumador, pero de un día para el otro le salió un bulto en el lado derecho del pecho. Al revisarlo, a mediados de 2020 los médicos dijeron en junio del año pasado que tenía líquido en la pleura, la biopsia determinó que se trataba de un cáncer muy agresivo, mesotelioma pleural, que solamente se deriva de la inhalación de asbesto y estaba avanzado hasta un punto incurable, intratable e inoperable con una expectativa de sobrevida de un año”, rememoró Castellano.
“El tiempo que él trabajó en el taller lo hizo en condiciones terribles, Jorge dejó una nota firmada contando esto, no tenían ni agua y transcurrían la jornada en pésimas condiciones higiénicas. Los responsables deben hacerse cargo, nadie me devuelve la vida de mi marido. No hay plata con la que puedan devolverme su vida”, agregó.
El cáncer de Pacci lo diagnosticaron demasiado tarde porque la empresa Metrovías jamás actuó como debía como empleadora protegiendo al trabajador y nunca se quisieron hacer cargo de que se trataba de una enfermedad profesional, tal como los familiares presentaron el caso ante la ART, tratándose de un cuadro que estaba listado específicamente por la Superintendencia de Riesgos del Trabajo. La Superintendencia obligó a la ART y la empleadora a tomar el caso antes de la muerte, cuando Pacci se hallaba en etapa terminal sometido a terapias paliativas.
“El sindicato nos ayudó contra tanto maltrato y trabas administrativas que sufrimos por parte de la empleadora mientras Jorge estuvo gravemente enfermo. La agonía de nueve meses fue horrible, si la gente supiera lo que es morir por cáncer de asbesto, no viajaría más en subte. Es un cáncer muy agresivo, se focaliza y produce terribles dolores en los nervios afectados. La muerte sobreviene por falta de aire, es una de las peores maneras de morir que puedan existir. Metrovías emitió un comunicado lleno de mentiras, jamás nos apoyaron, ni recibimos contacto desde recursos humanos. Llamó mucho la atención el silencio de los medios, hubo una muerte por asbesto en el subte y no la cubrieron”, resaltó la viuda.
El blindaje mediático a los gobiernos de Juntos por el Cambio y sus aliados en la Ciudad de Buenos Aires llega a tales extremos siniestros, tal como sucede en la actualidad con las silenciadas denuncias por ocho trabajadores de SBASE fallecidos durante la pandemia de Covid y las muertes por la misma causa de docentes y auxiliares de la Educación, que se suceden semana a semana: mientras tanto exigen que las clases presenciales sigan y el subte va…
UN MAL NEGOCIO EN EL SUBSUELO
Los licenciados Florencia Colombo y Guillermo Caballero integrantes del equipo de Proyectar Ciudad cuentan en detalle en el libro “Gobernar la Ciudad”, compilación a cargo del actual senador porteño Mariano Recalde, la magnitud del desastroso “negocio” llevado adelante: “En 2011 Mauricio Macri, siendo Jefe de Gobierno porteño, anunció la compra de las formaciones CAF 5000 al Metro de Madrid por 4.200.000 euros. No hacía falta ser muy perspicaz para darse cuenta de que la compra era una mala inversión. Bastaba con leer el diario El País de España de esa época: ‘El alcalde de Buenos Aires, Mauricio Macri, quiso asegurarse que había hecho una buena compra. El pasado viernes se acercó a las cocheras de Metro de Madrid e inspeccionó, como si fuera un entendido en la materia, los bajos de un vagón que estaba encaramado sobre un inmenso camión. En unos 40 días –travesía marítima incluida– tendrá ese convoy, junto a otros 23, en la ciudad argentina. Metro de Madrid se frota las manos con los 4,2 millones de euros que ha sacado por la venta de unos vagones carne de chatarrería tras 32 años de traqueteo’, se reían los periodistas españoles en septiembre de 2011″.
“Los trenes adquiridos de segunda mano fueron retirados de circulación en 2018 luego de que se confirmara que en algunos de sus componentes había asbesto, un material prohibido en nuestro país desde 2001 y que Metro Madrid sabía de su existencia desde 2003. Esta noticia tomó público conocimiento en el mundo debido a los casos de asbestosis de los obreros de Metro de Madrid. A causa de este escándalo internacional, el 20 de marzo de 2018, SBASE retiró de circulación 3 formaciones y en octubre anunció que serían vendidas como chatarra. Así, 4200 millones de euros fueron tirados a la basura, dejando a la frecuencia de la Línea B en un estado de fragilidad que ante cualquier eventualidad de las formaciones funcionando reduciría la misma considerablemente”, ampliaron en el mismo artículo.
“No conforme con esta mala compra de los CAF 5000, en julio de 2013 Metro de Madrid anunciaba la venta de 73 coches CAF 6000 a Subterráneos de Buenos Aires. Una venta poco clara, donde Metro de Madrid anunció que nuestro Subte ‘deberá acometer reformas en la infraestructura’ para permitir la circulación de los trenes. Es decir, hacer importantes reformas y modificaciones técnicas para que las formaciones puedan operar en la Línea B.
Se adquirieron un total de 86 coches. De ellos, 73 eran propiedad de Metro de Madrid y costaron un total de 38,83 millones de dólares. Los restantes 13, en manos de una institución financiera española (Caixarenting), costaron 7.753.087 dólares. A eso hay que sumar los 6,38 millones de dólares del servicio complementario de asistencia técnica de Metro de Madrid para la puesta en marcha de los coches. Los trenes usados CAF 6000, que el Gobierno de la Ciudad compró al Metro de Madrid para la Línea B, terminaron costando más que un coche cero kilómetro completamente compatible con la infraestructura de la línea. Según las estimaciones, cada unidad CAF 6000 le costó al erario una suma superior a los 1,2 millones de dólares una vez sumados todos los gastos colaterales. La cifra podría elevarse aún más al considerarse los impuestos de importación que no fueron tomados para este cómputo“, desglosaron Colombo y Caballero, al analizar otro “negocio brillante” del “cartonero Macri”, tal como alguna vez lo definiera Diego Armando Maradona.
Pero volviendo a los perjuicios por contaminación, los mismos no se circunscribieron a la flota CAF 5000 de la línea B, la más comprometida, sino que expertos universitarios revelaron además la presencia de asbesto variedad crisotilo en componentes de trenes Mitsubishi de la línea B, Nagoya de la línea C y CAF-GEE de la línea E.
Ante el peligroso panorama para la salud pública el bloque del Frente de Todos, por medio de un proyecto de ley del entonces legislador porteño Recalde, recogió estos antecedentes y propuso en 2018 la creación de una Comisión Especial Investigadora sobre los riesgos derivados de la presencia de amianto en el ámbito del Subterráneo de Buenos Aires, que fue cajoneado por la mayoría automática circunstancial del PRO y sus aliados.
El Gobierno de la Ciudad reconoció oficialmente ante los pedidos de informes en aquel momento solo la realización de estudios limitados a las formaciones CAF 5000 “sospechadas de contener fibras de asbesto”, comprometiéndose a realizar: “un desamiantado con una empresa especializada y autorizada por la Agencia de Protección Ambiental. La empresa seleccionada es DICON MEDIOAMBIENTAL S.R.L., la contratación tiene como objetivo la detección, identificación, tratamiento y disposición final según normativa de todos aquellos componentes que contengan asbesto en la flota CAF 5000”.
Por parte de la empresa, el entonces presidente de SBASE, Eduardo De Montmollin, en 2019 durante una entrevista con la cadena CNN reconoció explícitamente que el gobierno porteño compró a sabiendas vagones que contenían asbesto.
¿QUÉ PRODUCE EL ASBESTO?
El amianto o asbesto (que significa “incombustible”, según su etimología en griego) son fibras minerales presentes en la naturaleza, resistentes al calor y la corrosión, por ello por siglos, antes de que se confirmaran sus propiedades nocivas para la salud, se les dio múltiples usos industriales como material de construcción, aislante térmico, revestimiento y muchas otras utilidades, especialmente desde fines del siglo XIX hasta la década de los setenta del siglo pasado.
Luego su empleo se desaconsejó y directamente fue prohibido de modo expreso en cincuenta países y en regiones completas como la Unión Europea por sus elevados riesgos sanitarios, mientras que en Argentina el asbesto está expresamente prohibido desde 2001.
Las fibras de asbesto se inhalan y llegan a lo más profundo de los pulmones, a la pleura, membrana que recubre el tórax y los pulmones, produciendo un proceso inflamatorio en principio. A mayor exposición continua al asbesto, mayores riesgos se corren, hasta desembocar en fibrosis y tumores en pulmones y pleura.
La afección más recurrente son el surgimiento de placas pleurales, esto es el engrosamiento de la membrana y al agravarse se dan la fibrosis pleural y pulmonar, cuando las fibras minerales dañan los tejidos, se enquistan conformando cicatrices endurecidas que le restan progresivamente a los afectados la capacidad respiratoria.
Las consecuencias letales pueden dilatarse mucho en el tiempo ya que, según especialistas, si bien pueden producirse cuadros graves en relativamente pocos años (como fue el caso de los operarios fallecidos de SBASE, altamente expuestos en la limpieza, reparación y desguace de vagones o en tareas en los túneles), también logra camuflarse en forma latente entre 20 y 50 años luego de la exposición, lo que a veces complica configurar algunos casos de cáncer de este origen como enfermedad laboral.
Los especialistas médicos ligados a los sindicatos de los trabajadores del subte en primer lugar recomiendan discontinuar por completo los equipamientos que contengan amianto, y luego exigen trasladar de los lugares de exposición a quienes estuvieron afectados y efectuar seguimientos periódicos a los mismos debido a los largos períodos de latencia mencionados.
Si bien, para los especialistas, resulta mucho menos probable que los usuarios del subterráneo enfermen, los riesgos estarán presentes, mientras exista asbesto y las maquinarias sean cada vez más obsoletas, como los viejos vagones de SBASE, debido al alto poder contaminante de este material.
PROPUESTAS PARA SALIR DEL TÚNEL
Cuántas preguntas quedan flotando, como las microfibras de amianto en el aire, sobre este viaje terrible que parece no detenerse en ninguna estación desde hace más de una década con muertes, enfermedad y pérdidas económicas millonarias.
¿Por qué Macri y sus socios insistieron en la compra directa de material rodante obsoleto que terminó siendo más costoso que adquirir formaciones nuevas y adaptadas de entrada a los estándares de las líneas porteñas? ¿Hubo beneficios económicos ilegales en estas contrataciones ruinosas y podrían ser rastreados aún? ¿Cómo se puede activar desde los espacios políticos y la sociedad para que no se repitan hechos similares? y, sobre todo, ¿hasta cuándo seguiremos recibiendo malas noticias ligadas a la contaminación en nuestros subtes?
Luego del fallecimiento de Pacci el bloque del Frente de Todos en la Legislatura requirió oficialmente, por enésima vez, al Poder Ejecutivo porteño “arbitrar las medidas necesarias para garantizar la salubridad de los trabajadores y trabajadoras y de los los usuarios y usuarias de los subterráneos de la Ciudad de Buenos Aires”.
La declaración del bloque destacó entre otros conceptos: “El asbesto sigue presente en varias flotas en circulación, en flotas fuera de servicio y en varias otras áreas de trabajo: en los cuartos de bombas, en los cuartos de ventilación, en los centros de potencia, en las juntas de los motores de las bombas, en los depósitos de baños del subte que sean de fibrocemento, en los motores que hacen los cambios de señales, etc. Por esto es que los trabajadores y trabajadoras del subte son quienes están más expuestos a este material.“
Desde el sindicato de Metrodelegados (AGTSyP, ndr.) se insiste con la preocupación a través de comunicados, exigiendo respuestas mediante medidas de fuerza y diversas estrategias para poner fin a esta situación. “Es urgente que el gobierno de la Ciudad obligue a la empresa a tomar las medidas correspondientes para cuidar la salud de sus trabajadores y trabajadoras”.
Como reflexión final cabe señalar que el subterráneo debería ocupar un lugar central entre las prioridades de la Ciudad por su cualidad de descongestionar los transportes de superficie y su alta capacidad de traslado de personas en tiempos mucho menores. Los beneficios de su uso resultan múltiples también para una mejor seguridad vial y para la preservación del medio ambiente, teniendo en cuenta los tres millones de personas que circulan a diario por CABA en tiempos “normales” previos a la actual pandemia.
La ruinosa compra que realizó Macri en 2011 no hizo más que sumar problemas a los subtes porteños, en otro hito de una gestión de gobierno ineficiente y perjudicial para las ciudadanas y ciudadanos.