APUNTES PARA EL DEBATE – FRENTE DE TODOS CABA
MUJERES, GÉNERO Y DIVERSIDADES
NO HAY POLÍTICAS EN AGENDA
En estos últimos 15 años la deuda del gobierno porteño con las mujeres y las diversidades no ha parado de crecer. El presupuesto destinado a la Dirección General de la Mujer se redujo hasta quedar en menos del 1% del presupuesto total. La feminización de la pobreza y la falta de acciones del Estado para generar oportunidades e inclusión atraviesan la Ciudad de norte a sur. Se niegan los problemas en los barrios con más poder adquisitivo mientras que en los barrios populares faltan respuestas estructurales y se ofrecen soluciones precarias que no alcanzan para cambiar la realidad de las personas que habitamos la Ciudad. Nosotras y nosotres pagamos los impuestos, pagamos con nuestros cuerpos, pagamos con el esfuerzo de cuidar la vida en una ciudad que solo pone obstáculos ¿Cuándo van a ser ellos los que paguen todo lo que aportamos las mujeres, lesbianas, travestis, trans, maricas y no binaries?
En la Ciudad de Buenos Aires se observa una profunda desigualdad territorial en materia de ingresos, empleo, situación habitacional, educación y salud ante otra parte de la población con altos niveles socioeconómicos. Esto produce la conformación de una doble ciudadanía: mientras las comunas del norte de la Ciudad expresan indicadores socioeconómicos medios y altos, las comunas del sur revelan mayores niveles de vulnerabilidad social, especialmente en las comunas 8, 4, 1 y 7. Allí se concentra el 95% de la población total que vive en barrios populares.
Es importante decir que la desigualdad social está totalmente cruzada con las desigualdades de género: en los barrios populares de la Ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, el 63,5% de las viviendas tiene como responsable de hogar a una mujer, según el Registro Nacional de Barrios Populares.
Los problemas son múltiples y diversos y suscitaron distintas respuestas del Frente de Todos en la Legislatura, a través de propuestas para garantizar la atención en situaciones de violencias y reconocer la tarea de las consejerías y las redes feministas que hoy se ocupan de lo que el Estado de la Ciudad se desentiende.
VIOLENCIAS
En la Ciudad existen escasos y restrictivos programas para prevenir y asistir a las personas en situación de violencia por motivos de género por parte de la “Dirección General de la Mujer”. Solo se toma como población destinataria a las mujeres y se suele abordar principalmente cuestiones de violencia doméstica en relaciones heterosexuales. Además, casi nadie en la Ciudad conoce estas políticas y la Dirección está sumamente desjerarquizada.
La Dirección General de la Mujer es una dirección general perdida en un mar de muchas otras direcciones generales del “Mega Ministerio” de Desarrollo Humano y Hábitat; desde allí el Gobierno de la Ciudad aborda todas las “cuestiones sociales”. Es decir, para el Gobierno de la Ciudad el dispositivo para abordar la violencia por motivos de género tiene la misma jerarquía que la Dirección General de Relocalización de Edificios de Gobierno o que la Dirección General de Gestión de la Flota Automotor. No decimos que esos espacios no sean relevantes, pero sí nos permite identificar qué lugar ocupa y ocupó para los gobiernos de Macri y Larreta la prevención y atención de la violencia por motivos de género. Si observamos la importancia que ha tenido la atención de la brecha de género en la Ciudad a partir de su presupuesto, se observa que en el período 2010-2022 el gasto en publicidad y propaganda es más de tres veces el promedio del gasto que corresponde a la atención en materia de géneros.
Pero no vayamos tan lejos, esta misma semana personal de la Policía porteña avanzó contra legisladores y manifestantes que se encontraban resistiendo el desalojo de la vivienda ubicada en Pringles 343, en el barrio de Almagro (foto), donde viven mujeres y niñes que escaparon de situaciones de violencia. “Patearon la puerta y entraron por la fuerza; vinieron antes de las 7 con una orden de allanamiento para desalojar”, aseguró una de las damnificadas. A la violencia le suman más violencia desde el Estado que debería garantizar derechos.
Buenos Aires es una ciudad que, desde su conformación como Ciudad Autónoma, ha sido vanguardia en tema de géneros y diversidad. Sin embargo, desde que asumió el macrismo, el presupuesto ha ido decreciendo y la Ciudad dejó de ser punta de lanza en temas de género y diversidad, quedando cada vez más atrás. En la Ciudad tenemos una Constitución progresista o “de avanzada” y también se sancionaron políticas específicas que fueron precursoras en esta temática, como el plan de igualdad real de oportunidades y de trato entre mujeres y varones (ley 474/2000) o la ley 1.688/2005 de prevención de la violencia familiar y doméstica. Sin embargo, este avance no se sostuvo sino todo lo contrario.
En el año 2014, el entonces jefe de Gobierno Mauricio Macri tenía expresiones como: “A todas las mujeres les gusta que les digan un piropo. Aquellas que dicen que no, que se ofenden, no les creo nada. No puede haber nada más lindo, por más que esté acompañado de una grosería, que te digan ‘qué lindo culo que tenés’, está todo bien”. Si esto decía, imaginemos lo que hacía.
Desde el 2015 la agenda de género se impuso como un movimiento masivo gracias a la lucha y organización feminista en las calles, y la Ciudad fue el epicentro de inmensas movilizaciones. Esto generó que la gestión macrista en la Ciudad se viera “obligada” a abordar el “tema”. Lo hicieron a través de publicidades o “gestos” como la publicación de posicionamientos en las redes sociales de los funcionarios y funcionarias.
Sin embargo, si se analiza el presupuesto en políticas de género destinado por cada mujer que habita la Ciudad de Buenos Aires en dólares, se ve que tiene un crecimiento con altibajos hasta el año 2017, que alcanza los U$S14 por mujer, y a partir de ese año cae hasta casi la mitad para la ejecución 2021, donde solo se llegó a los U$S 8 por mujer (Laboratorio de Ideas, 2022). Además, comparativamente, el Gobierno de la Ciudad gasta muchísimo menos en ésta que en otras áreas: por cada peso dirigido a la Dirección General de la Mujer, gasta 7,2 pesos en veredas y 6,4 en servicio de grúas para acarreo.
En la Ciudad hay una ley que establece que debe haber un Centro Integral de la Mujer (CIM) cada 50 mil mujeres. Los CIMs son los espacios de atención y contención de violencia por motivos de género. Hoy esa ley no se cumple. Larreta se vanagloria de haber abierto 6 CIMs bajo su gestión, pero ninguno de estos depende enteramente del Estado. Son espacios tercerizados y cada vez se les asigna menos presupuesto. Además, ninguno está en los barrios populares de la Ciudad, a pesar de haber sido una demanda insistente de los territorios y propuestas que venimos llevando por parte del Frente de Todos. Para los barrios populares, la Ciudad aplica políticas de segunda. Tampoco hay un reconocimiento para las promotoras comunitarias de género que atienden y contienen las situaciones de violencia todos los días.
Solo en los meses de Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (de marzo a junio de 2020), los CIMs atendieron un 60% más de casos que en todo el 2019. Aún así, los recursos destinados a esta política no aumentaron.
Las políticas del gobierno invitan a denunciar pero nada más: no hay acceso a los patrocinios jurídicos gratuitos ni espacios para la atención en salud mental ni programas de transferencias de ingresos para poder salir de las situaciones de violencia. De hecho, la Ciudad subutiliza un recurso del Estado Nacional como es el Programa Acompañar y pone requisitos que el programa no establece, como la realización previa de la denuncia.
Es preocupante, a su vez, la falta de conocimiento de los dispositivos estatales de la Ciudad para la atención de violencia por motivos de género: nadie sabe qué es un CIM ni dónde están. Mientras que desde el cambio de gestión en el gobierno nacional en 2019, el Estado Nacional, la provincia de Buenos Aires y, recientemente, la provincia de Santa Fe dieron impulso a la creación de ministerios de Mujeres, Géneros y Diversidades, jerarquizando políticas y presupuesto para las acciones que garantizan derechos hacia mujeres, lesbianas, bisexuales, travestis, trans y no binaries, en la ciudad más rica del país contamos con apenas una dirección a la que solo le corresponde el 1,09% del presupuesto otorgado al Ministerio de Desarrollo del que depende. La transformación que no para -como gustan decir- es la de hacer de esta ciudad un territorio cada vez más desigual.
DIVERSIDAD
Humo y marketing: lo que no para es la desigualdad
Al igual que con la violencia por motivos de género, con las políticas específicas hacia la diversidad sexo-genérica, el Gobierno de la Ciudad cambia su discurso según el contexto. Les encanta pintar el Obelisco con los colores del arcoíris, mientras prohíben el lenguaje inclusivo en las escuelas, criminalizan a la población travesti y trans y dan la espalda ante las necesidades reales de nuestro pueblo. La comunidad LGBTI+ paga sus impuestos, pero no puede acceder a sus derechos.
En términos de presupuesto, la Dirección General de Convivencia en la Diversidad solo tiene asignaciones para sus programas principales: el Programa Integral de Promoción de Derechos LGTB y BA Convive. De 2020 a 2021 ambos programas tuvieron aumentos mínimos, muy por debajo de la inflación prevista. Es decir, disminuyeron los presupuestos en términos reales.
En términos discursivos, recién en el año 2017 Larreta comienza a incluir en su narrativa la cuestión del género y la diversidad en la agenda de la Ciudad.
En el último año, distintos hechos de violencia tuvieron como objetivo espacios de la comunidad LGBTI+ en la Ciudad, como el incendio provocado en el Hotel Gondolín, el ataque a Maricafé o la vandalización del Mural del Bachillerato Mocha Celis. De acuerdo con el informe sobre Crímenes de odio 2021, 11 de los 120 crímenes de odio registrados en Argentina durante 2021 ocurrieron en CABA.
Los datos sobre vulneración de derechos son muy contundentes: según la investigación La Revolución de las Mariposas (2017), el 70% de la población travesti y trans en la Ciudad vive en una situación de vulnerabilidad habitacional. El número de quienes viven en habitaciones de alquiler, tanto en hoteles, pensiones, casas particulares, sean lugares habilitados o tomados, es el 65,1%. El 4% se encuentra en situación de calle. El resultado arrojó que solo el 9% de las personas encuestadas para esa investigación dijo estar inserta en el mercado formal de trabajo. Más aún, la mayoría de las mujeres trans y travestis nunca accedieron ni siquiera a una entrevista laboral: casi el 70% de quienes integraron el grupo en estudio nunca tuvieron una entrevista laboral con posterioridad a la asunción social de la identidad de género autopercibida. Del 30% restante, la mayoría (62,7%) accedió a una entrevista laboral en el ámbito privado; mientras que un 25,5% accedió a una entrevista laboral en el ámbito estatal, y un 9,8% tuvo entrevistas en ambos espacios -privado y estatal-
Un camino para empezar a mejorar la calidad de vida del colectivo travesti-trans sería garantizar el acceso al empleo. Sin embargo, a pesar de que hace 10 años que CABA cuenta con legislación acerca de la inserción laboral de las personas travesti, cuando se sancionó la Ley 4376 que establece como línea estratégica para la política pública relacionada a esta comunidad la generación de empleo, esta ley no se cumple. Tampoco la Ciudad ha adherido a la Ley Nacional de Cupo Laboral Travesti Trans que ya tiene más de un año de sanción. No hay políticas reales de inserción laboral. Recién en 2017 se crea el Plan Integral de Acceso para personas trans que aseguran que ofrece acompañamiento. Desde su creación se recibieron más de 500 CVs, pero solo fueron contratadas 33 personas, mientras que en un año en Nación se contrataron 427 personas, la mayoría residente en CABA. Tampoco se establecen políticas para otras formas de inserción laboral como podría ser financiamiento para cooperativas o iniciativas de personas travesti-trans.
En relación a la vivienda, no existe absolutamente ninguna política habitacional para la población travesti-trans en la Ciudad. La situación habitacional es extremadamente compleja: son muy habituales los sobreprecios en los alquileres y las dificultades para acceder a garantías, además de la violencia sistemática que sufren también en este plano. En la pandemia esta situación se agravó, y una vez más el Gobierno de la Ciudad brilló por su ausencia.
En términos de reconocimiento y de políticas activas en favor de la celebración de las identidades diversas, la Ciudad no tiene nada para mostrar. Es importante señalar que el
20,8 % de las personas con DNI no binario reside en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Sin embargo, no se garantiza el trato digno ni se respetan los pronombres en el ámbito de la salud.
El trabajo sobre la Educación Sexual Integral en la Ciudad se encuentra desactualizado. Falta incorporar las últimas leyes en materia de diversidades y salud sexual, como la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo y la ley de cupo laboral travesti- trans. A pesar del interés de estudiantes y docentes, los materiales de la Ciudad no se actualizan y el Estado no promueve la ESI.
En un relevamiento realizado a nivel nacional con datos de las pruebas Aprender de 2019, se ve que, más allá de CABA en todo el país, los temas menos trabajados, justamente, son los relativos a las diversidades y el ejercicio de derechos. La deuda es enorme y queda mucho por hacer.
CUIDADOS
En la Ciudad de Buenos Aires, el 35% de la población requiere potencialmente de cuidados, Pero, ¿quiénes tienen acceso? ¿Quiénes cuidan con derechos?
¿Qué respuestas da el Estado de la ciudad más rica del país a esta necesidad social?
Los hogares con jefatura femenina han aumentado sistemáticamente a lo largo de los años. Esta tendencia se ve reflejada en el aumento de las mujeres como principales jefas de hogar, aunque la tendencia se haya revertido levemente en el 2021 respecto del 2020. En los hogares con jefatura femenina se observa una mayor tendencia a que los ingresos sean inferiores a la canasta básica. Esto se puede cotejar con la menor tasa de empleo, mayor tasa de desocupación (debería ser de desempleo, porque ocupadas estamos siempre) y mayor tasa de población asalariada en condición de precariedad. Esta tendencia aumentó en el último año en 4 puntos. Es decir, las mujeres e identidades feminizadas en la Ciudad cada vez trabajamos más pero se profundizan las condiciones de precariedad. Esto está estrechamente ligado a la desigual distribución de tareas de cuidado.
Las desigualdades de género aumentan con las desigualdades sociales. Los datos de la Encuesta Anual de Hogares de la Ciudad de 2021 muestran que la brecha de empleo entre varones cis y mujeres cis se amplía de norte a sur: mientras en las comunas del norte la diferencia es de 11,1 puntos porcentuales (datos de la Comuna 14), en las del sur llega a 20,8 puntos (Comuna 8). Las mujeres cis de las comunas del sur de la Ciudad ostentan las tasas más altas de desocupación, ascendiendo a 17,3% en algunos casos. Particularmente en los barrios populares, la brecha de ocupación, es decir quienes tienen un trabajo con ingresos, es de casi 30 puntos porcentuales: 67,1% en los varones y 39,3% para las mujeres. Al mismo tiempo, la condición de trabajo sin ingresos afecta al 23% de las mujeres y apenas el 0,5% de los varones de los barrios populares.
Como mencionamos, en la Ciudad de Buenos Aires, el 35% de la población es potencialmente dependiente. El 19% de los habitantes son menores de 14 años y el 16% es mayor de 65 años. La actual distribución de las responsabilidades de los cuidados es sumamente desequilibrada: recae principalmente en los hogares y es realizada mayoritariamente de manera no remunerada por las mujeres e identidades feminizadas. Esta problemática afecta principalmente a las de menores ingresos, que dedican en promedio 6 horas por día a las tareas de cuidado no remunerado y tareas domésticas, mientras que las mujeres con mayores ingresos destinan la mitad de este tiempo a cuidar (3 horas y media en promedio).
La Ciudad brinda muy pocas respuestas a este problema. Por la presión social de la militancia feminista y por la evidencia que adquirió la importancia de las tareas de cuidado durante la pandemia, Larreta comenzó a hablar de las tareas de cuidado en sus discursos de inicio de sesiones en 2020 y 2021. Se resalta la importancia de la distribución de la responsabilidad social de los cuidados entre el Estado, el mercado, la comunidad y los hogares, pero el Gobierno porteño no se asume como actor.
En el mapa de cuidados de la Ciudad no se establecen cuáles son públicos y cuáles son privados, ni se tiene en cuenta la existencia de los espacios comunitarios, que son un pilar central en la reproducción de la vida de miles de personas. Las políticas son escasas y deficientes. Hoy siguen faltando vacantes para los jardines de primera infancia, tampoco hay espacios suficientes para cuidados y contención de personas mayores ni de personas con discapacidad.
La principal herramienta no privada para cuidados de la primera infancia (45 días a 4 años) son los Centros de Primera Infancia (CPI) que son espacios dependientes del Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat, pero gestionados por organizaciones sociales, ONGs, asociaciones civiles y mutuales, que reciben escasísimos recursos del Estado.
A pesar de que se publican las estadísticas sobre los usos del tiempo y la sobrecarga en las mujeres, no surgen ni políticas ni espacios para la discusión sobre la redistribución de las tareas de cuidados ni para el reconocimiento económico a quienes cuidan. La sobrecarga de cuidados en las mujeres es el principal obstáculo para su inserción en el mercado laboral y, por tanto, es una de las principales causas de la desigualdad de género y la feminización de la pobreza. En la ciudad más rica del país, es inadmisible que exista esta vulneración sistemática tanto del derecho a recibir cuidados de calidad, así como del derecho a cuidar en condiciones dignas y de manera justa y equitativa.
Estas son algunas de las deudas que la Ciudad del macrismo y del larretismo tiene con las mujeres, lesbianas, bisexuales, maricas, trans, travestis y no binaries. Es evidente que si en 15 años de gestión no se avanzó concretamente en ninguna política real que apunte hacia la igualdad de género, es porque no les interesa. Es hora de que empiecen a pagar o que cambiemos el gobierno para empezar a construir la ciudad feminista y diversa que queremos.